Hoy en #CienciaArcoíris: visibilizando la diversidad (2ª edición) conocemos a:
José Antonio Bustelo, ingeniero agrónomo y divulgador científico
Me llamo José Antonio Bustelo. Aunque actualmente resido en Tenerife, nací en Cádiz (1968) donde pasé toda mi infancia. Tras haber estudiado Formación Profesional con la intención de trabajar pronto y ayudar en la economía familiar, mi profesor de Tecnología, Antonio González León, me instó a no descartar la idea de la universidad, opción que en ese momento ni me había planteado. “Tú puedes y pienso que quieres”, me dijo. Sentí que tenía que responder a su confianza y decidí, al menos, intentarlo. Tras superar los primeros días de clase sintiéndome un bicho raro, y prometiéndome cada día que no volvería al siguiente, como caminante fui haciendo camino. Llegué a tiempo de contar a mi querido profesor que, gracias a su apoyo incondicional, me había convertido en ingeniero agrónomo. Llegué a tiempo antes de que la enfermedad de Alzheimer le borrara los recuerdos de nuestras clases y conversaciones.
Si accidental fue mi decisión de ir a la universidad, no lo fue menos mi inicio en la divulgación donde también otra persona marcó un antes y un después. Hacía un tiempo que me carteaba con el matemático Miguel de Guzmán Ozámiz intercambiando artículos, sintiéndome privilegiado por su generosidad al compartir su amplio bagaje humanístico y científico. Durante abril de 2004 me extrañó no haber recibido noticias suyas hasta que una búsqueda por Internet me confirmó su repentino fallecimiento. El impacto de su pérdida me impulsó a averiguar sobre qué temas se encontraba investigando y una enigmática palabra llamó mi atención: tensegridad.
Aunque Miguel la investigaba desde el punto de vista matemático, la tensegridad es un principio estructural empleado en arquitectura y en escultura. Aparte de su belleza intrínseca, me pareció que este principio constituía una hermosa analogía de estructuras que se dan en la naturaleza, desde una molécula o una célula hasta las estrellas o las galaxias. Esta idea cristalizó en el libro Equilibrio de tensiones que fue galardonado con el Premio Prismas a la Divulgación 2004 que otorga A Casa das Ciencias da Coruña. Este libro, como homenaje a dos profesores amables y generosos, fue el primer gran paso de un camino que he querido seguir compartiendo a través del curso de Divulgación y Escritura científica creativa que imparto desde 2013.
¿Por qué es importante visibilizar el colectivo LGTBIAQ+ en el ámbito científico?
Sin la labor de la divulgación, buena parte de la ciencia no sería visible ni comprensible para la sociedad. De igual manera es necesaria una labor activa de visibilización del colectivo LGTBIAQ+ sobre todo en el ámbito de la ciencia, donde la imagen que se tiene del profesional de la ciencia es aún anacrónica y estereotipada. Es necesario mostrar la diversidad de las personas que se dedican a una actividad igualmente diversa como la ciencia. Solo así la sociedad podrá concebirla como la actividad colectiva e inclusiva que afrontará los retos del futuro.
¿Has sufrido discriminación en tu laboratorio o centro de trabajo? ¿Lo denunciaste?
Soy consciente de que no he sufrido discriminación porque siempre he puesto en práctica cierta adaptación de mi comportamiento al entorno, al tipo de personas, a las mentalidades, atreviéndome a ser más ruidoso progresivamente, con el tiempo. Un esfuerzo que será cada vez menos necesario a medida que se construyan entornos más inclusivos.
¿Cómo podemos lograr una ciencia más inclusiva?
Carl Correns, uno de los redescubridores de los trabajos de Mendel, escribió en 1932 un libro titulado Cómo ser un homosexual libre y feliz. Al saber de esta obra me pregunté si habría encontrado alguna clave que debiéramos redescubrir para aplicarla en la actualidad. Ignoro qué consejos incluyó Correns en su libro, pero en mi opinión lograr una ciencia más inclusiva pasa por la sensibilización y la reivindicación. Como el avance científico, no será una tarea sencilla ni rápida, pero la determinación y la constancia acaban dando sus frutos.
¿Apuestas por la divulgación? ¿Qué te motiva a hacerlo? ¿Cuál es tu formato preferido?
La divulgación de calidad me parece imprescindible en un mundo como el de hoy. Creo que uno de los logros de la divulgación actual, desde la diversidad de formatos y narrativas, es que el público va percibiendo a les divulgadores como sus aliades en lugar de como portavoces del mundo académico. Mi principal motivación ha sido siempre compartir lo insospechado, lo asombroso, lo contra intuitivo que puede llegar a ser lo que la ciencia nos ayuda a desvelar. Una aventura apasionante que merece la pena ser contada. En mi caso, mi formato favorito es la divulgación escrita a través de la cual exploro la diversidad de enfoques narrativos para transmitir conceptos e ideas científicas.
¿Quién es tu científico/a/e favorita?
Mi lista de científicas/científicos favorites podría ser muy larga. Sin embargo, destacaría al paleontólogo Stephen Jay Gould como la persona que más me ha influido en mi manera de contar y de elaborar historias de ciencia. Sus exquisitos textos, salpicados de multitud de referencias artísticas y humanísticas, siempre me han parecido una invitación irresistible para sumergirse en sus obras. También admiro a la bióloga marina Rachel Carson, autora de Primavera silenciosa, por la sensibilidad que siempre logró transmitir en sus textos.
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Twitter: @DivuLCC
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