Paula del Río Manzanas, biotecnóloga | #CienciaArcoíris

Hoy en #CienciaArcoíris conocemos a:

Paula del Río, biotecnóloga

Me llamo Paula del Río (@hayquehacerla), tengo 22 años y soy bisexual.

Estudio Biotecnología en la Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente realizo el Trabajo de Fin de Grado sobre regeneración de tejidos utilizando biomateriales. En concreto, investigamos cómo usar la seda de gusano para tratar lesiones, quemaduras en la piel y mejorar el pronóstico tras un ictus o Alzhéimer.

A nivel de activismo, pertenezco a diversos colectivos contra la discriminación por género u orientación sexual. El primero de ellos es PRISMA, la asociación por la diversidad LGTBIQA+ en ciencia, tecnología e innovación. Pero también colaboro con La Siega (colectivo universitario de la Escuela de Agrónomos, UPM) y Órbita Diversa (espacio feminista y arcoíris).

¿Apuestas por la divulgación? ¿Qué te motiva a hacerlo? ¿Cuál es tu formato preferido?

Desde que entré en la universidad (2015) he organizado varios eventos de divulgación científica como la Semana de la Ciencia Indignada, siempre combinando ciencia y temáticas sociales: mujeres en ciencia, precariedad en la investigación, etc.

Otro proyecto en el que colaboro es Evento Ciencia, el calendario que recoge eventos de divulgación científica a nivel nacional.

Pero, sinceramente, lo que más disfruto es divulgar a través de redes sociales: en 2019 comencé una cuenta de Twitter (@hayquehacerla) para tratar temas científicos y se ha acabado convirtiendo en un repositorio de memes sobre ciencia. Diría que ese es mi formato favorito porque permite que pequeñas píldoras de información lleguen a mucha gente y, además, les divierta.

¿Por qué es importante la visibilización del colectivo en el ámbito científico?

Porque en toda opresión, y en este caso hablamos de LGTBfobia, se necesita construir un discurso sobre la diferencia.

Pongamos el ejemplo de la colonización de América, donde se desarrollaron un sinfín de trabajos “”científicos”” para analizar las diferencias entre indígenas y colonizadores. O el antisemitismo del siglo XX, basado en que los judíos eran distintos al resto de la población. Articulamos un discurso basado en que cierto colectivo es menos válido porque es distinto, y eso legitima su exclusión.

Con las personas LGTBIAQ+ y la ciencia ocurre lo mismo: a lo largo de la historia se han publicado un montón de estudios analizando diferencias en el cerebro entre homosexuales y heterosexuales, buscando genes responsables de la homosexualidad, explicando la transexualidad como un trastorno psiquiátrico… Los sesgos de una sociedad LGTBfóbica han estado presentes en la ciencia, y han construido discursos pseudocientíficos que refuerzan la LGTBfobia en la sociedad; como una pescadilla que se muerde la cola.

La única forma de acabar con este círculo vicioso es que la ciencia deje de estar monopolizada por señores cisheterosexuales. Que tanto las personas LGTBIQA+ como nuestra reivindicación entremos en los distintos ámbitos científicos, seamos visibles y cambiemos las cosas.

¿Has sufrido discriminación en el laboratorio o centro de trabajo? ¿Lo denunciaste?

El año pasado tuve un episodio desagradable de LGTBfobia, mientras cursaba un máster de neurociencia en Italia (como parte del Erasmus).

Realizaba un proyecto sobre cómo el bullying debido a la orientación sexual o identidad de género puede alterar los mecanismos cerebrales para gestionar el estrés. Cuando lo presenté al profesor que me evaluaba, me cuestionó y me preguntó las fuentes de los estudios.

Tras presentárselas, me reprochó que las personas LGTBIQA+ no deberían poder desarrollar investigaciones científicas. Según él, el hecho de pertenecer a este colectivo hace que nos nublen los sesgos y por tanto los resultados que obtengamos no serán fiables. Me quedé tan en shock que no supe reaccionar.

¿Cómo podemos lograr una ciencia más inclusiva?

No podemos conseguir una ciencia inclusiva si no empezamos por una sociedad más inclusiva, es como empezar la casa por el tejado. Por eso, como primera medida, deberíamos considerar la diversidad afectivo-sexual y de género como contenido imprescindible en el sistema educativo. Hablar explícitamente de la realidad de personas intersexuales, asexuales, trans, etc.

Segundo, todos los centros de ciencia y tecnología deberían contar con jornadas de formación. Hay muchas personas LGTBIQA+ que trabajan en laboratorios o centros con ambientes hostiles. Solo mediante charlas y talleres se podrá eliminar este ambiente tóxico.

Y por último, sabemos que la ciencia en España es sinónimo de precariedad. Pero necesitamos hacer un esfuerzo extra y promover líneas de investigación que desmantelen discursos pseudocientíficos (como las terapias de conversión de la homosexualidad). No podemos esperar: la LGTBfobia nos lleva siglos de ventaja.

Conoce a más protagonistas en #CienciaArcoíris. 😉

Lydia Gil

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